Middlemarch

14/05/2017
     Middlemarch es la séptima novela de George Eliot, quien comenzó a escribirla en 1869. Durante 1871 y 1872 se publicó por fascículos. La primera edición completa en un único tomo salió a la venta en 1874 y supuso todo un éxito.

     En España hay actualmente dos ediciones en nuestra lengua, una de la editorial Cátedra y otra de Alba Editorial. La primera, publicada en edición de bolsillo, es comentada, consta de 960 páginas y cuesta 30'10 €. La segunda, en tapa dura, tiene 896 páginas y está a la venta por 33'50 €.

¿De qué va?: 

     En Middlemarch, una localidad inglesa, varias personas entrecruzan sus vidas sin sospechar cómo va a jugar con ellos el destino. 
    Dorothea Brooke es una joven que aspira a realizar elevados proyectos que hagan felices a otros. En su camino aparecen dos pretendientes, sir James Chettam y Edward Casaubon, quien parece poseer una profunda sabiduría que la deslumbra. No obstante, Edward tiene lo que él considera una mancha en su familia, su primo Will Ladislaw.
    Por otro lado, la llegada de un médico con nuevos métodos, Tertius Lydgate, supone toda una revolución en Middlemarch. Sin buscarlo, Tertius se ve relacionado de distintas formas con Dorothea, Will, Edward y la hermosa y frívola Rosamond Vincy. 
    Al mismo tiempo, el hermano de Rosamond, Fred, vive pendiente de una herencia para poder casarse con la mujer que ha amado siempre, una muchacha trabajadora y responsable a la que la familia de él considera muy inferior y que quizá no le corresponda.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

    Si no habéis leído este libro, lo mejor que puedo deciros es que dejéis ahora mismo esta reseña y corráis a buscarlo. Esta novela de George Eliot ocupa un lugar preeminente en el Olimpo de las obras literarias y también se ha situado en lo más alto de mi escala personal. Es de esos textos que dejan una fuerte resaca y cuyos personajes acompañarán al lector ya mientras viva. Es el arte manifestándose en forma de libro

    Parece que Middlemarch es una de esas novelas a las que se les tiene mucho respeto por su extensión y por los prejuicios, pero, en serio, sacudíos todo eso de encima y cogedla sin miedo. Os sumergiréis en el mundo inglés más tradicional y provinciano de los años 30 del siglo XIX, con sus terratenientes, sus caserones, las convenciones sociales y rebeldías frente a las mismas, los avances médicos y técnicos, las reformas políticas, etcétera.


    Son muchos los temas que se desarrollan a lo largo de las páginas, pertenecientes al mundo exterior y, también, interior del hombre. Entre esas tramas, pese a no ser esta una novela romántica, ocupan un papel importante el amor y el matrimonio, que no tienen por qué ser exactamente lo mismo. De hecho, hay mucha crítica al modo en el que algunas uniones se consolidaban y al papel que se veían forzados a desempeñar la esposa o el marido. No es eso lo único que Eliot pone en tela de juicio, sino que quedan expuestas diversas cuestiones sobre las desigualdades sociales, la falsa moral, el juego, las funciones eclesiásticas, el rechazo a los cambios, etcétera. 


    «Es una mente muy estrecha la que no alcanza a ver un tema desde distintos puntos de vista».


    Como todas las personas son diferentes, también en esta obra existen distintos personajes que reflejan las más variadas actitudes y vivencias, resultando gran parte de ellos igual de importantes y complejos. Esta es, por tanto, una historia coral en la que la mayoría de sus protagonistas evolucionan psicológicamente y son vapuleados en una u otra dirección por la suerte que les toca y las decisiones que toman, como sucede en la vida misma. 

    Las primeras páginas nos exigen tener paciencia. Hay una barrera, quizás de unas cien o ciento cincuenta páginas más o menos, que hay que pasar para empezar a sentir con los personajes. Os digo esto porque aunque la calidad es palpable desde el principio, tal vez os pueda pasar como a mí, que me precipité a la hora de juzgar a algunos personajes y me daban ganas de abandonar la lectura, y os aseguro que evolucionan muchísimo hasta el final. 

     Uno de los principales nombres es el de Dorothea Brooke, a la que califiqué de prepotente y orgullosa para luego tener que tragarme mis palabras. El alma de Dorothea tiene tal sensibilidad que es imposible captarla bien desde el principio. Poco a poco uno empieza a entender por qué hay que querer a Dorothea y por qué hay un joven por ahí que siente lo que siente. 

    Con Will Ladislaw también me equivoqué mucho. Es un hombre sin profesión que no se asienta en ninguna parte, pero al final me será imposible olvidarme de él por su pasión y la integridad que demuestra. Tanto en el caso de Will como en el de Dorothea es necesario que sufran para que los conozcamos plenamente y para que cada vez nos sintamos más unidos a ellos. 
   

    «Cuando uno ve a una mujer perfecta, no se piensa en sus atributos..., sólo se es consciente de su presencia».


    Junto a Will y Dorothea, que menciono en primer lugar por ser los que más me han gustado, está Edward Casaubon, un hombre clave para que empecemos a vislumbrar el espíritu de ella. La misma relevancia tienen Fred y Rosamond Vincy, Tertius Lydgate y Mary Garth. Todos ellos son reflejo de una era y poseen unas aspiraciones y unas esperanzas (alcanzadas o frustradas según los casos y el momento). 

   Rosamond, caprichosa y egoísta, representa a un tipo de mujer distinta de Dorothea y Mary. Su forma de ser trae consecuencias que George Eliot plasma juiciosamente sin abandonar el espíritu analítico aplicado a los comportamientos humanos. Lentamente ella y sus circunstancias van encajando con las de los que la rodean, dando lugar a cuestiones cada vez más enmarañadas e insospechadas

    Fred, por su lado, a pesar de sus rasgos negativos, simboliza el amor más calmado y puro, el que se inicia en la infancia y crece junto con el cuerpo y la mente, sin interrupciones ni dudas. Es curioso que un personaje tan inestable en varios aspectos y tan indolente muestre tal constancia cuando se trata del corazón. 

    Del resto de personajes prefiero no comentar nada, pues corro el riesgo de desvelar demasiado si se unen todas las piezas. No obstante, me quito el sombrero ante los secundarios, que dan tanto juego como los principales y hacen que la obra resulte aun más redonda. 

    ¿Sois de los que teníais las emociones a flor de piel con las historias de Jane Austen? En serio, leed Middlemarch. Y eso que, como os he dicho antes, no es una novela romántica.

    El estilo de George Eliot es impecable. No es precisamente fácil y no me importa reconocer que he tenido que leer algunos párrafos dos o tres veces para captar las sutilezas, pero tranquilos, que esa no es la tónica general. Aunque las frases tiendan a ser largas y el vocabulario de un nivel erudito, lo que se narra y los personajes tienen tanto atractivo que, después de todo, las páginas se pasan volando. No muchos autores demuestran esta maestría, ni siquiera entre los clásicos

   El texto se divide en ocho libros que responden a la publicación original en fascículos. Estos están precedidos por un prólogo que al principio me resultó un poco raro, ya que nos habla de santa Teresa, y seguidos de un epílogo.

    Tengo la sensación de que esta reseña se queda corta, no le hace justicia al libro y no os he dicho nada relevante, pero creo que no hay palabras para expresar el cúmulo de sensaciones que me ha dejado. Contadme, ¿lo habéis leído o tenéis pendiente hacerlo?

Puntuación: 5 (sobre 5)
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