Washington Square

06/05/2014

     Esta obra de Henry James fue escrita durante el invierno de 1879-1880. Se publicó por entregas al mismo tiempo en Inglaterra y Estados Unidos. En 1880 en Nueva York y en 1881 en Londres fue recopilada en forma de libro.
     En España son muchas las editoriales que la han traducido. En la actualidad existen diferentes ediciones en las librerías: Alianza (10'90 €), Alba (24 €), Sexto Piso (24 €), Austral (8'95 €), Planeta (21 €) y Eneida (13'50 €) son las más destacadas.

¿De qué va?:

     La acción nos lleva hasta el Nueva York del siglo XIX. Catherine Sloper es una joven tímida y apocada que vive con su padre, el doctor Sloper, quien no consigue observar en ella ninguna cualidad destacable que le haga apreciarla. Con todo, ser la única hija del médico la convierte en la futura heredera de su amplia fortuna.
    Un día, Catherine conoce a Morris Townsend, un atractivo muchacho que parece enamorarse de ella. Sin embargo, su falta de oficio y un pasado de disipación llevan al doctor a oponerse a la relación entre ambos, considerando que ningún hombre sería capaz de amar a una mujer como ella y que todo cuanto se puede buscar en Catherine es su dinero. Así, ella se ve atrapada entre su amor por alguien cuyas intenciones no están del todo claras y el temor hacia su padre.


¿Qué opino yo? (Sin destripes):

     Mi primera toma de contacto con esta historia fue con la película La heredera, dirigida por William Wyler en 1949. Es uno de esos filmes que nunca se olvidan y que apetece volver a disfrutar de vez en cuando. Unos años después vi la otra versión que se hizo, ya con el mismo título del libro, aunque de menos calidad.
 
     Sin embargo, hasta ahora no había leído la novela. La idea que plantea Henry James es bastante sencilla, y seguramente todos la hemos visto repetida con distintos matices en el cine, series u otros libros. No sólo todas las páginas giran alrededor de lo mismo, sino que también aparecen muy pocos personajes. Cuando el lector empieza a leer, quizás podría preguntarse qué puede narrar el autor en más de doscientas páginas que sea interesante si parte de una premisa tan simple. A pesar de esta impresión, cuando uno se sumerge en la historia, ya no puede parar. No es tanto qué cuenta, que también, sino cómo lo cuenta. Lo que al principio puede parecer un argumento carente de complejidad se convierte en una composición magnífica si cae en las manos de un genio.

     Catherine Sloper es una de las protagonistas más aburridas, insulsas y flemáticas que me he encontrado nunca, pero, al contrario de lo que sucede en otros lugares, en este caso aquí es donde radica el interés. Ese carácter está moldeado aposta por el escritor para que la veamos evolucionar y para que sintamos compasión de ella. Es inevitable preguntarse si no existe nadie que olvide estos defectos y vea en ella unas virtudes que la hagan merecedora de ser amada. El lector se cuestiona si Morris Townsend puede ser ese hombre, si él, atractivo, inteligente y desenvuelto, puede querer realmente a su lado a alguien como Catherine. Aquí está la trampa de James: ¿ha visto Morris lo bueno que hay en ella o sólo persigue el dinero que a la muchacha le tocará en herencia? 


«Tenía una profunda aversión a exagerar las cosas: pensaba que la mitad de las penurias y muchas de las decepciones de la vida derivaban de esa actitud».

  
      Las intenciones del joven no quedan claras al principio. No sabemos si la ama o no, y sólo poco a poco el autor da pinceladas que nos van otorgando luz al respecto. Al mismo tiempo que lo vamos conociendo a él, vamos observando los sentimientos de ella. En Catherine despiertan una pasión y un amor inesperados, aunque por su carácter aparentemente tranquilo, toda su agitación la vive interiormente y es poco lo que deja traslucir ante el resto de personajes. Eso la hace parecer fría a los ojos de algunos, pero nosotros sabemos la verdad, sabemos que puede estar al borde de la felicidad más absoluta o a punto de lanzarse de cabeza a un precipicio.

     Tanto ella como él están perfectamente construidos. Quizás Morris sea un personaje más típico, pero su participación en la obra, su papel fundamental en la vida de Catherine, su manera de manejar los conflictos y la ambigüedad con la que se muestran sus pretensiones lo hacen muy interesante.


     Por otro lado está el padre de Catherine, el doctor Sloper. Desde el principio se opone a la relación de su hija con Morris y, menospreciándola siempre, insiste en que es del todo improbable que alguien vea algún encanto en ella, ya que a sus ojos no posee ninguno. Viudo de una mujer guapa e inteligente, se lamenta con frecuencia de una hija que no se le parece en nada y a la que considera tonta y carente de cualquier tipo de atractivo.

     Sin embargo, la confianza que demuestra en sí mismo, su firmeza, su prestigio y la contundencia de sus ideas y comentarios hacen que Catherine lo quiera, respete y tema al mismo tiempo. Los motivos del doctor para oponerse a la relación entre ambos jóvenes son comprensibles, ya que cree que Morris es un cazafortunas y quiere evitar que se lleve la suya, pero cuando lo vemos disfrutar con la situación, cuando nos damos cuenta de que causar la infelicidad de su hija le produce cierto placer, comprendemos en toda su magnitud la total desgracia que puede cernirse sobre ella.

     La última en discordia en la señora Penniman, la tía de la protagonista. También ella tiene una participación fundamental en todo lo que le sucede a Catherine. Con unas ideas románticas que sobrepasan con mucho el límite de lo normal, no puede evitar dar pésimos consejos tanto a su sobrina como al pretendiente de ésta.

     Es una novela muy psicológica, pero no introspectiva. Observamos el carácter de los personajes por las opiniones de otros personajes, por los apuntes que James hace al respecto y por lo que nosotros mismos podemos extraer del comportamiento de cada uno.


     La forma de narrar del autor es exquisita, culta pero no pedante, elegante pero no complicada. Las partes narradas superan a las dialogadas, y el dominio de James sobre la palabra se desvela en cada línea. Los diálogos son brillantes, especialmente los que se dan entre el doctor Sloper y Morris, dos hombres de mente clara y sobresaliente. A pesar del escaso dinamismo de la acción, las páginas van pasando casi sin que nos demos cuenta.

    El final me parece bastante correcto, es como debía terminar, aunque esperaba un poco más. En este caso me quedo con el de la película de 1949, que es sencillamente sublime.

      ¿Escapará Catherine de la tiranía de su padre? ¿Morris la quiere o no la quiere? ¿Se precipitará al vacío con la ayuda de todos o una mano cariñosa la alejará de él?
 
Puntuación: 3'5 (sobre 5)
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