Musashi 2. El Camino de la Espada

21/12/2013

     El segundo volumen de Musashi se publicó en España por Quaterni Editorial en el año 2009. Su precio actual es de 20 euros, y consta de 431 páginas. Aunque la obra se publicó originalmente en Japón por entregas, Quaterni ha decidido recogerla en tres libros.

¿De qué va?:

     Tras recorrer parte de Japón para perfeccionar su técnica con la espada y lograr ser un buen samurái, Musashi tiene que superar una serie de enfrentamientos cruciales, gracias a los cuales comenzará a ser famoso en todo el país. Ello le granjea el odio de muchos y la envidia de otros. Sin embargo, poco a poco Musashi se dará cuenta de que la destreza con la espada no es suficiente para llegar a ser un gran hombre, y es entonces cuando su camino se amplía, permitiéndole llevar a cabo un verdadero aprendizaje, tanto físico como espiritual.


¿Qué opino yo? (Con destripes de Musashi 1 ):

     Cuando leí el primer libro de Musashi (según la división de Quaterni), me gustó tanto que no creí que pudiera mejorar, pero esta segunda parte lo hace, de manera que la anterior parece introductoria. Hay más acción, especialmente gracias a los frecuentes combates que sostiene Musashi, uno de ellos contra la prestigiosa escuela Yoshioka. Es precisamente en esta batalla donde comenzamos a ver el dominio de la técnica de las dos espadas por parte del protagonista, algo por lo que este ronin fue muy conocido en la vida real.

     El peregrinaje de los personajes sigue siendo constante, pero en esta parte el desarrollo de la acción se sitúa fundamentalmente en dos ciudades: Kyoto y Edo. Gracias a los hechos que se nos narran podemos sumergirnos en la vida cotidiana de ambos lugares, pero lo más interesante es ver cómo la ancestral Kyoto va dejando de ser poco a poco el centro neurálgico del país y cómo Edo va desarrollándose para convertirse en la futura capital nipona. La algarabía y el bullicio van apoderándose de Edo, mientras que Kyoto empieza a ser abandonada por los grandes negocios del momento. Es muy significativo el capítulo dedicado al viaje de las prostitutas de Kyoto hacia Edo. En ésta, embarrada, caótica y destartalada, se levantan los cimientos de la gran urbe que conocemos hoy como Tokyo.


     Las tradiciones japonesas continúan estando presentes, incluso con más fuerza. Como había sucedido previamente, se nos introduce en el mundo de la ceremonia del té y en las creencias religiosas de los habitantes del Japón del siglo XVII. Incluso se deja ver una especie de degradación de la prostitución tal como era entendida. En un primer momento, las cortesanas de Kyoto son mujeres refinadas, versadas en distintas artes, capaces de entretener y cautivar a los hombres no sólo con sus dotes amatorias. Sin embargo, en Edo cada vez son más las mujeres que se dedican a los bajos placeres y olvidan cualquier signo de distinción o elegancia. 



«Deberías evitar la tentación de creer que tus sueños sólo pueden realizarse en algún lugar remoto. Si piensas así, no aprovecharás las posibilidades que ofrece tu entorno inmediato. Me temo que la mayoría de la gente lo hace, y el resultado es que sus vidas no le satisfacen».



     La evolución de Musashi como samurái y como persona es mucho más perceptible ahora. El personaje que vemos dista mucho del joven impetuoso que sobrevivió a la batalla de Sekigahara, incluso del shugyosha en que se convirtió después y que quería vencer a todos para demostrar su superioridad con la espada. Este deseo no lo abandona, pero su humanidad está mucho más marcada. Su soberbia va desapareciendo, y se da cuenta de que puede aprender de todos y de todo. De este modo, tiene algunos encuentros cruciales: con un artesano, una cortesana, un aspirante a samurái… Así, nuestro ronin comprende que el Camino de la Espada que tanto anhela seguir no consiste en derrotar a todos gracias a su habilidad como espadachín, sino en dejarse envolver por cualquier aspecto que pueda aportarle algo y en extraer su jugo. Por eso, lo encontraremos tallando madera o trabajando como agricultor.


     Es fascinante el contraste entre él y Sasaki Kojiro. Se veía venir que éste iba a ser su antagonista principal, pero hay que esperar al último libro para ver el esperadísimo enfrentamiento entre ambos. La personalidad de Kojiro sólo se nos había insinuado previamente, pero ahora sabemos cómo es, el pánico y el odio que despierta y su excelente manejo de la espada.

     Cuando empezamos a leer este segundo libro, nos damos cuenta de que ambos son asesinos. En el combate contra la escuela Yoshioka Musashi comete un acto abominable, a sangre fría. Sin embargo, lo que hace lo perturba de tal modo que el lector puede saber a la perfección de qué manera funciona su conciencia. Kojiro carece de ésta. No sólo disfruta matando, sino que se complace en ver el sufrimiento ajeno, se recrea con ello sea él el causante o no. 



«El hombre realmente valiente es el que ama la vida y la estima como un tesoro que, una vez perdido, jamás puede ser recuperado. Sabía muy bien que vivir significaba algo más que limitarse a sobrevivir».



     Mientras que Musashi va cambiando y humanizándose, Kojiro hace justo lo contrario. Así, mientras que el primero termina ayudando a quien lo necesita, el segundo va dejando un rastro de muerte. Como podréis suponer, tengo unas ganas enormes de ver la lucha entre ambos.

     Por otro lado, también hay cambios en la relación entre Otsu y Musashi (¡por fin!). En el primer libro los habíamos visto como el ratón y el gato, pero ahora el samurái decide afrontar lo que siente, sin dejar de ser fiel a sí mismo y a su entrega a la espada. No puede dejar de admirar la determinación y la valentía de Otsu. Ella, por su parte, ve otra cara de Musashi que no había contemplado hasta el momento y comprende su verdadera profundidad como guerrero, pero también su ardor como hombre.

     Otsu sigue siendo un personaje que me gusta mucho, aunque cada vez se puede apreciar más en ella un rasgo muy intrínseco de la cultura japonesa, la contemplación del suicidio como alternativa al fracaso. No obstante, es una joven muy luchadora que no se rinde fácilmente. En el extremo opuesto de la balanza se encuentra Akemi. Ella es una de los más desgraciados de toda la novela, pero se deja arrastrar por esa espiral de sucesos que le acontecen y no trata de salir a flote.


     Matahachi y Akemi son el contrapunto de Musashi y Otsu. Derrotados por la vida (sobre todo Akemi) y por sus propias decisiones (especialmente Matahachi), no pueden dejar de sentir envidia por quienes consiguen salir adelante gracias a su esfuerzo.

     Aparecen nuevos personajes junto a los ya conocidos, y debido a eso la historia se enriquece todavía más. Además, Quaterni vuelve a incluir un glosario con el nombre de los más importantes, así como de los principales lugares de la obra. Como en el libro anterior, también aparece un mapa de Japón. Este volumen se compone de dos partes, Viento y Cielo, divididas a su vez en capítulos.

     De las tres portadas que ha diseñado la editorial, ésta es mi favorita; me parece preciosa. Por ahora estoy encantada con esta novela y estoy deseando leer el final.

Puntuación: 5 (sobre 5)
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