Don Juan Tenorio (entrada especial)

02/11/2013

No, no me causan pavor 
vuestros semblantes esquivos;
jamás, ni muertos ni vivos,
humillaréis mi valor.
Yo soy vuestro matador
como al mundo es bien notorio;
si en vuestro alcázar mortuorio
me aprestáis venganza fiera,
daos prisa: aquí os espera
otra vez don Juan Tenorio.

          Hoy, Día de los Difuntos, traigo un libro muy especial, y no sólo él lo es, sino también la larga tradición que lleva consigo. Como veis en las palabras precedentes, el protagonista no teme a la muerte, y ni siquiera la fuerza impetuosa con que Halloween lo amenaza ha podido vencerlo aún. Os presento a don Juan Tenorio.


José Zorrilla y Don Juan Tenorio

     El personaje de don Juan Tenorio está muy arraigado dentro de nuestras fronteras. Salido de una obra teatral de José Zorrilla, forma parte de nuestra cultura y de nuestra idiosincrasia. ¿Quién no ha oído alguna vez decir que un hombre es un donjuán o que tiene un comportamiento donjuanesco? Son dos términos que recoge el propio diccionario de la Real Academia, igual que “tenorio”. Estas tres palabras se usan para referirse a varones con las características de este personaje o a actitudes como las suyas. Y es que don Juan Tenorio ha calado hondo.

     El texto de Zorrilla se estrenó el jueves 28 de marzo de 1844 en el Teatro de la Cruz de Madrid, aunque la acción se sitúa en 1545 y 1550. La acogida entre el público fue tibia en un primer momento debido especialmente a un reparto muy poco adecuado: Bárbara Lamadrid, con treinta y dos años y unos kilos de más, interpretó a una doña Inés de diecisiete años; Carlos Latorre, que contaba con cuarenta y cinco años, dio vida a un joven don Juan.

     Habría que esperar hasta 1860 para que este drama volviera a llevarse a otro de los teatros principales de la ciudad madrileña, el Teatro del Príncipe. Para sorpresa de todos, el éxito fue abrumador y desde entonces, de forma más o menos regular, viene siendo tradición representarlo en los escenarios cada uno de noviembre, Día de Todos los Santos (que precede al de los Difuntos), por el carácter fantasmagórico de la segunda parte.

     Don Juan se presenta ante el público como un ser despreciable, un libertino sin conciencia que burla mujeres y no tiene escrúpulos a la hora de quitar la vida a un hombre. Sin embargo, como encarnación del mal, no deja de tener algo tentador, un carácter seductor. Su contrapunto es Inés de Ulloa, una  novicia, pura e inocente, que va cayendo en el fuego abrasador de don Juan. En un primer momento, la muchacha no es más que el objeto de una apuesta, pero Tenorio, conociendo en ella una virtud superior a la de cualquiera, empieza a pensar que también puede haber esperanza de salvación para él. Con todo, el destino es caprichoso y las llamas del Infierno pueden arder más fuerte que nunca para el joven.


El origen del mito

     Es el don Juan de Zorrilla el que más ha trascendido, pero no es el primero. La obra del autor vallisoletano tiene como claro antecedente El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, quien ya se había inspirado en antiguos romances y baladas. 
Otros escritores, como Molière y Lord Byron, realizaron su propia versión del personaje antes que Zorrilla. Sin embargo, éste supo introducir los cambios adecuados para que fuera su texto el que quedara en la memoria colectiva, y es que Zorrilla deja la puerta abierta para la esperanza.

     Además de lo dicho, don Juan ha sido la base de protagonistas novelescos como el vizconde de Valmont de Las amistades peligrosas. Incluso es uno de los personajes que aparecen por defecto en el popular juego de ordenador Los Sims 2 y 3.

     Mucho se ha hablado y escrito sobre la realidad que pudo originar el mito.
Es conocidísimo el nombre de Miguel Mañara, sevillano al que por tradición se le ha atribuido una personalidad semejante a la de don Juan. Hay quien asegura que Tirso se inspiró en él para escribir el texto a partir del cual surgieron todos los demás, pero lo cierto es que esto es totalmente imposible, ya que El burlador de Sevilla es del año 1630 y Mañara nació en 1627, así que éste tenía tres años cuando se estrenó la obra, y no creo que fuera tan precoz como para que Tirso pudiera basarse en él.

     También se cree que pudo existir una familia Tenorio en Sevilla, ciudad donde Zorrilla sitúa el drama, y que incluso habría tenido su propio cementerio extramuros.
  


Los lugares de la leyenda

      En Sevilla podemos encontrar los lugares que aparecen en el drama y aquellos que pertenecen a la leyenda. En pleno barrio Santa Cruz, en el corazón de la ciudad, una placa conmemora el nacimiento de don Juan.


      En el mismo barrio, en la Plaza de los Venerables, está la Hostería del Laurel, que se nombra expresamente en el texto y que es donde se desarrolla el primer acto. Allí, en pleno carnaval, se dan cita don Juan y don Luis para cumplir lo pactado un año antes.


     Más controversia causa el lugar en el que podía situarse el convento de doña Inés y de donde fue raptada. Dos son los sitios que se creen posibles, la Plaza de Santa Marta, en el barrio antes mencionado, o la calle Calatrava, más cercana al río Guadalquivir, por donde huyó don Juan con la muchacha. Lo cierto es que en esa calle hay una iglesia en cuyo frontal luce el escudo de la Orden de Calatrava, a la que pertenecía el padre de doña Inés.


     Tras el rapto, el sevillano lleva a la joven a su quinta a través del río. Se dice en el libro que ésta estaba a una legua de Sevilla, lo que vienen a ser unos siete kilómetros.

     
     Otro emplazamiento crucial es aquel en el que se produce el enfrentamiento entre don Juan y el capitán Centellas, que la tradición popular sitúa justo al comienzo de la Avenida de la Constitución, donde se encuentra la catedral de Sevilla.


     La obra se cierra en un camposanto en el que la familia Tenorio tiene un panteón propio. El cementerio San Fernando de Sevilla se inauguró en 1852, por lo que la obra debe de referirse a otro. Se dice que el cementerio de la familia Tenorio, si es que ésta existió, se hallaba en el lugar que hoy ocupa el instituto Murillo.

     El mito de don Juan sigue muy presente en la ciudad, que le ha dedicado espacios, estatuas y espectáculos anuales.


Puntuación: 5 (sobre 5)
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